La Piedra Abuela Siete Caras



La Piedra Abuela Siete Caras

Hace 2 años, el abuelo Aurelio Diaz Tekpankalli cuando vino a Venezuela, nos encomendó buscar una piedra tallada por nuestros antepasados que debía estar acá y que tenía la evidencia de la reunión hace un montón de años, de todas las tribus de América en un solo lugar, ese lugar, es Venezuela, todo esto lo soñó en el año 1992, me cuenta, que se recuerda a sí mismo, siguiendo la huella de la familia, hacia el lugar donde se reunirían, miles y miles de indígenas, representantes de las voces y el conocimiento de sus abuelos, nuestros abuelos,  que venían o caminando o navegando (o volando tal vez) desde Alaska en el Norte, y  desde la Patagonia en el sur.  Dos años migrando por toda la América, dejó huellas por el camino de todas las tribus del continente americano, el Abya-Yala-  fué la primera vez que volaron juntos el Águila y el Cóndor-  el lugar de esta reunión, recordaba mi abuelo Aurelio, es un lugar en el mar, tal vez una isla, porque se llega en barco, recuerda que su nombre era "Mechima" y que en ocasión del acontecimiento, se dejó una piedra tallada con un Águila y un Cóndor Danzando al Sol.  El abuelo Aurelio reconoce en esa piedra, la profecía del Águila y el Cóndor, como prueba de que ya sucedió, y que va a volver a suceder, la reunión de todas las tribus de América, danzando al sol en Venezuela...

Pues bien, en octubre de este año 2012, luego de un Temazcal en una playa en la costa central de Venezuela, fuimos abordados por un anciano del pueblo del malecón, quien nos preguntó si nosotros éramos los de esa tribu que trae el conocimiento de todas las tribus de América, que venían a traer una medicina necesaria para el pueblo y que venían a buscar una piedra que esta tallada en la montaña, que sus abuelos les hablaban siempre de eso, y que él sabía donde estaba, que él la había visto y que tenía un Águila y un Cóndor.  Yo, que era la única del grupo que sabía de la piedra que nos habló el Jefe Aurelio, quedé en shock, y sin poder reaccionar, me fui a Barquisimeto y días después a México, pero con la idea de buscar la piedra cuando  volviera.  En noviembre, en México, durante la ceremonia de Búsqueda de Visión en Tamoanchan, rezamos con el Jefe Aurelio, en agradecimiento al Gran Espíritu, por la magia con la que estaba apareciendo la piedra y en las Danzas del Sol,  agradecimos por la posibilidad de soñar posible, una Danza del Sol con todos los pueblos de la América en Venezuela, El Nuevo Vuelo del Águila y el Cóndor...

Y así, el 11 dic, volví a la costa venezolana con la idea de encontrar esa piedra, con la extraña certeza de la magia que estaba sucediendo.  Nos reunimos en una expedición inicial de Diosman y Nemo, que me acompañaron en el encuentro con el viejito del malecón, Isaias y  yo, Mariló.  Las motivaciones individuales de cada uno era diferente, el Nemo, conoce la montaña y es un buscador de aventuras en la naturaleza,  Diosman es un atleta, prefiere caminar en las trochas y bañarse en las cascadas, para hablar con los animales y conectarse con todo, encantado de subir una montaña tan misteriosa.  Isaias y yo éramos testigos de toda la magia que viene desde que conocimos este camino del conocimiento, el camino de la medicina, del corazón...  Subiendo a la montaña  buscando una visión, danzando al sol, conociendo a nuestros mayores, los que han rescatado las tradiciones de sus abuelos, nuestros abuelos y han unido en un solo rezo,  agradeciendo a nuestro Padre Sol y nuestra Madre Tierra, a nuestros hermanos agua y aire, por darnos la vida, y viviendo en la magia… era pan comido seguir el sueño de Aurelio e ir tras la piedra que estaba escondida en una montaña inhóspita de las costas venezolanas.

Al salir de casa, comienzo a sentir una molestia en un oído, que se acrecentó a medida que nos íbamos acercando, y  antes de subir la montaña en el carro, se intensifica el dolor y decido tomar un analgésico, esa travesía que se hace desde la ciudad más cercana hasta el pueblo del malecón, atraviesa una majestuosa montaña, durante 2 horas y media, a veces por tramos de carretera donde solo cabe un vehículo a la vez, bien simpática y entretenida la carretera, que sube hasta 1000 metros sobre el nivel del mar, es un brusco cambio de presión que me hace sufrir por el dolor y llegamos al pueblo del malecón directo a hospedarnos y recuperarme del dolor de oído.  Los muchachos van en la noche a la plaza con la confianza de que Diosman reconocería al viejito del malecón, al principio yo creía que era un borrachito de la plaza, pero luego noté que todos parecían tener una lata de cerveza en la mano y tal vez estaba siendo irrespetuosa con el anciano, al que no encontramos esa noche.  

Duramos El12 dic, en el pueblo del malecón buscando al abuelo que nos había hablado inicialmente, no apareció por ningún lado, ese día hicimos una ofrenda al mar y levantamos un tabaco sagrado para que nos guiara en el camino, porque ya no teníamos más pista de la piedra sino este señor que no encontrábamos, dándonos cuenta que realmente no recordábamos mucho de este personaje, pues no sabíamos su nombre, ni su descripción así como para que lo ubiquemos de nuevo, y lo que hacíamos era hablar con todos los borrachitos de la plaza, con la esperanza de reconocer por su charla al que buscábamos, pero nada, nos encontramos perdidos sin saber que hacer en adelante,  entonces,  decidimos ir al encuentro de Daniel, un amigo de Lila que vivía dentro en esa montaña y con gusto nos recibiría en su casa.  Cuando llegamos a casa de Daniel (un duende de la montaña), y le contamos que estábamos buscando una piedra que contiene petroglifos de un águila y un cóndor, nos cuenta que hacía una hora había pasado un amigo que vivía más arriba en la montaña y que le había hablado de una piedra que tenia petroglifos y que él había encontrado por casualidad, hace tiempo.  Como no teníamos ninguna otra pista y en vista de lo mágico que nos pareció la coincidencia, decidimos acampar en casa de Daniel esa noche y salir al siguiente día a casa del amigo campesino de la montaña, guiados por Daniel, ya éramos cinco en la expedición.

El 13 dic, a las 10 am, salimos a Sinamaica, donde vive Richard, quien sería nuestro primer guía con dos hermanos.  En el camino nos encontramos con él, que bajaba porque estaba trabajando llevando en mulas, hojas de plátano hasta el pueblo más cercano,  y con dificultad lo convencemos de dejar el trabajo que hacía para guiarnos a la piedra -él es un simpático personaje, un joven campesino aficionado al licor- era medio día y un poco en juego y un poco en serio, Richard nos dice que lo esperemos en su casa, que al paso que vamos seguro va al pueblo y nos alcanza de vuelta, lo que efectivamente pasó, a las 3pm, llegamos a su casa, donde generosamente nos recibieron sus familiares, todos varones, con un rico café cosechados por ellos mismos en su conuco.  Durante el trayecto, a Diosman le dio calambre en las dos piernas, aún así llegó y luego de descansar, justo al salir, se encalambra de nuevo, le damos tiempo para recuperarse, y él que es un valiente, decide seguir el camino aún con la dificultad que sobrellevaba,  hacía mucho calor y llevábamos mucha carga pues pensábamos acampar de ahí en adelante y Richard nos invitaba cada vez a acampar, para que saliéramos al siguiente día bien temprano, pero nosotros con el afán de conseguir la piedra, y pensando que estábamos apenas a dos horas de camino, decidimos seguir adelante. 

A las 4pm salimos de Sinamaica  rumbo a una imponente cascada que esta al otro lado de la montaña, yo la  conocí la vez anterior y se sembró en mi corazón.  Hay una forma más fácil de llegar a esta cascada, pero es sólo ahora que nos enteramos de que es ahí, y ya estábamos dentro de la montaña, sentíamos que era ese el camino que debíamos transitar, que así nos había guiado el Gran Espíritu, así que estábamos absolutamente convencidos de lo que debíamos hacer, atravesar esta montaña,  a dos horas de camino, más los cuatro o cinco que ya habíamos hecho.

Salimos por un atajo que conocía Richard, poco transitado, y como a las 6pm, nos dimos cuenta que estábamos perdidos en la montaña, bastante lejos de nuestro destino y de nuestro origen.  Y comenzó una travesía tipo Indiana Jones, con pocas linternas, Diosman se ayudaba con bastón a caminar, además de todo el peso que cargábamos, se nos estaba acabando el agua, las enormes hormigas selváticas hacían fiesta con mis pies descalzos, además yo resbalé en una pendiente sin apoyo y me deslicé unos 20 metros hacia abajo de la montaña, salvada por un pequeño y muy sagrado arbolito que en el camino me dio una mano, (así como la escena de en busca de la esmeralda perdida jeje),  en plena oscuridad, cómo a las 8pm le pedimos descansar un rato a nuestros guías que ya estaban muy nerviosos por no poder encontrar el camino, pues nos lanzamos por laderas y luego una quebrada,  sin camino, bajando como el agua lo haría, con la esperanza de que nos encontrara con otro río con agua o el mar; paramos a descansar, y salen los tres guías y Daniel a buscar el camino, quedamos solos con el temor de tener que dormir en ese lugar que era seriamente tenebroso, además era luna nueva, estaba totalmente oscuro, y gracias a una vela que siempre está en el bolso mágico, tuvimos un fuego en el centro, que reguló el abanico de emociones que se juntaban en esa quebrada.  Una hora después, tras encontrar el camino, vuelven los guías y nos conducen a la cascada, zigzagueando interesante río. 

Llegamos empapados en sudor a las 10 pm, la cascada es impresionante, tiene un refugio usado por los turistas, con un pequeño techo de dos tapas de zinc, para cubrir el lugar donde se prende el fuego, protegido por una inmensa piedra, una abierta pero cueva natural, la cascada ha de tener una altura de 70 metros un buen caudal de agua, el poder que se siente en el lugar, revela el espíritu que custodia estos sagrados espacios.   Sabemos que la piedra está cerca de este lugar, cuyo acceso más sencillo es navegando por lancha a 10 minutos del pueblo del malecón, al pueblo guardián de la montaña, que no tiene carretera de acceso y solo se le llega por lancha, y para ir a la cascada hay  que subir dos horas de camino desde allí.  Nosotros hicimos el camino difícil, pero sentíamos una extraña sensación de victoria, como si recibiéramos el permiso de estar allí, haciendo lo que nos habían encomendado nuestros abuelos, pura magia, vivida, real.   Esa noche acampamos en la cascada, pero los guías no quisieron acompañarnos más y se devolvieron a su casa, con sólo la indicación de la dirección hacia donde estaba la piedra que buscábamos.  Así que dejamos la decisión de qué hacer en adelante, para el siguiente día, cuando estuviéramos descansados.

El día 14 de dic, llega un grupo de excursonistas a la cascada con un guía llamado Elias, al que invitamos a conversar de la piedra y nos cuenta que efectivamente esta cerca, pero el camino esta cerrado y él no se atreve a subir, que sus hermanos son los únicos que saben donde está pues ellos cazan por esa zona, pero están trabajando y no pueden servirnos de guías.  Le convencemos de que hable con sus hermanos y les contrate, que estamos dispuestos a pagar por el servicio de guía, como también hicimos con Richard, y que los enviara al día siguiente, que desde allí, iríamos a la piedra.  Ese día  decidimos descansar en el campamento Nemo, Isaias y yo, mientras que Diosman, ya recuperado de los calambres, decide ir al pueblo guardián de la montaña a llamar por teléfono, y Daniel también decide bajar y apoyarnos desde el malecón, donde cuidaría de nuestras cosas y nos serviría de puente entre nuestros hogares y nosotros en la montaña.  Le pedimos a Diosman que nos compre  alimentos, pués nos quedaba ya solo para un día.

Ese día hicimos una linda ceremonia de ofrendas a la cascada, donde rezamos al agua con tabaco,  compartimos de nuestro alimento, además le ofrendamos salvia blanca del norte, palma dulce del sur, copales de México y de Ecuador, cedro de mi casa, tabaco, pan, caramelos, y frutas, en la noche tomamos medicina y cantamos al espíritu hasta las 2am, en todo ese tiempo, Diosman no regresó, así que rezábamos por que estuviera bien, donde estuviere y que seguro llegaría mañana.  

El 15 de dic, llega el guía Elias con otro grupo, y nos cuenta que sus hermanos dijeron que no se podía subir por la cascada, que ellos nos pueden llevar, pero por otro camino que está mas despejado pero es mas lejos y que sale desde el pueblo, no desde allí, además nos cuenta que el Diosman se había regresado a casa y que había intentado enviarnos los alimentos con él pero Elias no quiso responsabilizarse en ese momento porque no sabría cuando volvería a la cascada, intentó pagarle para que nos trajera los alimentos, pero él se negó, y que se le mojaron los celulares, el de él y el mío que llevaba para recargar batería también.  Y que finalmente, no pudo enviar los alimentos con nadie, pero se fue, lo cual nos sorprendió, pues su deber era volver a traernos las provisiones.  Ésto nos obliga a deshacer campamento y caminar hasta Chuao, para reabastecernos con alimentos y contratar finalmente al guía que nos pueda llevar a la piedra.

Llegamos al pueblo a las 4 pm, y buscamos alojamiento, ya solo para Nemo y para mi, pues Isaias decidió volver a casa por razones de trabajo, pues siempre pensó que encontrar la piedra llevaría solo dos días, ¿que tan difícil va a ser encontrar al borrachito para que nos lleve a la piedra? recuerdo que me decía antes de salir de casa, entonces, en la noche, ya instalados en una posada con comodidades de ciudad, descansando de lo vivido anteriormente;  apareció el hermano de Elías, Cheo, y nos invita a su casa a conversar de la expedición.   Ya en su casa nos cuenta que si pueden llevarnos, y desde la cascada, pero hemos de salir a las 6 am, cómo no tenía dinero para pagar la expedición, decidí al siguiente día, volver al malecón, pero ya en lancha, facilito desde allí, para buscar dinero y volver, para salir pasado mañana. 

Yo ya me sentía, "como el borrachito del malecón a quien nadie escucha", ese misterioso espíritu que no volvimos a encontrar, pues repetía y repetía sin cesar el cuento, sintiendo que nadie me escuchaba, nadie me prestaba atención, ya habían desertado tres de mis compañeros iniciales, rezaba y rezaba porque llegara la ayuda, ahora solo quedábamos dos, Nemo, un chico de 18 años,  un hermoso angel moreno que me hacía sentir que estaba con mi propio hijo, al cual adopté en esa montaña como tal, que es una muy buena compañía, silencioso, trabajador, alegre, independiente... un guardían que me cuidaba como a su madre, llenando ese vacío en su vida también.

Mucho sin entender la motivación de Diosman de abandonarnos con todas sus cosas, carpa, mochila, etc, que tuve que bajar yo misma al pueblo, y entendiendo que Daniel e Isaias tenían su pensamiento puesto en el trabajo y las responsabilidades; mi atención en cambio,  estaba puesta en esa piedra, con la absoluta certeza de que la encontraría, y más aún, que no saldría de esa montaña hasta hacerlo, tenía esa absoluta convicción de que no importaba cuanto costara, cuanto tiempo llevara, lo lento o rápido que sucediera, si era necesario, me alquilaba una casa en ese pueblo y me mudaba ahí, hasta que consiguiera la piedra, mi corazón tenía la absoluta certeza de que estaba por buen camino, a pesar de que la descripción de los petroglifos que contenía la piedra llamada "siete caras", porque ellos vieron que tenía siete caras de personas, esta descripción no se asemejaba a lo que describe mi abuelo Tekpankalli, pero mi intuición me decía que la "siete caras" quería ser encontrada, así que decidí, seguir financiando la operación, con la generosidad con la que trato a mi propia vida, mi casa, mi familia, que no faltara nada, alimento, comodidad, compartir la abundancia con esa comunidad de guardianes de la palabra de nuestros antepasados.   Con todo esto en la cabeza, dormí súper bien esa noche.

El 16 dic, era domingo, además había elecciones regionales en todo el país, así que la atención de la gente estaba en el asunto político, en el malecón reinaba el hermoso día soleado, tranquilo, conseguí el dinero que me faltaba y más, hicimos llamadas, comimos calientito, hasta nos tomamos unas polarcitas bien frías, y nos regresamos tranquilos al pueblo, 15 minutos en lancha, y 15 minutos en camión desde la playa hasta el pueblo mismo, desde donde salen camiones a toda hora.  Ya de noche, nos reunimos con Cheo y Julián, los guías que nos llevarán para confirmar la expedición del siguiente día. 

Esa noche, otra vez dolor de oído, el otro en realidad, pues al llegar a la montaña desde casa, me comenzó a doler el oído izquierdo, y esa noche fue el derecho, yo me preguntaba que era lo que no quería oír, que ambos oídos los tenía sordos, desde que comencé esta odisea, pero mi persistente tos y mi costumbre de fumar tabaco, podían darme una pista.   Esa noche tuve fiebre, y me tome unas pastillas para aliviar el dolor, rezando por estar bien el siguiente día, pues se retrasaría la búsqueda.   A las 2am llega Nemo que se había ido a bailar tambores con unos vecinos de la posada con quien se hizo amigo, en la plaza que tenía una fiesta esa noche con tambores y birras.

Nos despertaron los guías a las 6 y 30 am, y yo instintivamente, me revisé el cuerpo, a ver si tenía síntomas que pudieran agravar, pues para llegar a la cascada, debemos pasar el río 22 veces, quedando con la ropa húmeda casi toda la travesía, por eso no había mejorado de la gripe que traje desde casa, pero nada, no me dolía nada, me sentía como si nada, fresca, así que les pedí una hora para alistarnos y saldríamos.

El 17 dic, a las 7:30 am, salimos de la Posada del Morocho, llevábamos sandwiches y empanadas para el camino para los cuatro, Julían, Cheo, Nemo y yo, y apenas a las 9 am, ya estábamos en la Cascada, prácticamente 1 hora menos de lo normal, rapidísimo, hasta mágico mas bien, yo llegué fresquita, ayudó que el día anterior me compré unas chanclas y renuncié al voto de caminar descalza la montaña, pues ya mis pies estaban muy sensibles, hice toda la expedición hasta este día caminando descalza, y mis pobres piececitos, me pedían que los cuidara, que ya estaban en el límite, así que sin necedad pachamamística, me compre unas crocs, buenísimas por anfibias que son, y con mis nuevos ágiles píes, la magia fué posible, también agradecí esos magníficos artefactos que nos inventamos los seres humanos para caminar mas lejos... 

Desayunamos en el campamento base, notamos que después de nosotros, nadie había estado allí, estaba intacto el campamento como lo habíamos dejado dos días atrás, y a las 9:30 am, comenzamos el ascenso, por un no-camino que conducía al tope del cerro que trae el agua de la cascada, al nor-este, bien difícil por lo inclinado y suelto del suelo, pero abundante de vegetación que contiene los pasos y da un apoyo a tus manos, muy bonita subida, unos 20 minutos que me aceleraron fuertemente la respiración,  pasamos una quebrada con poca agua, ya escuchábamos menos fuerte la cascada, habíamos pasado la cima del cerro, y girado hacia el norte franco, seguimos caminando por entre las laderas, un espeso bosque donde se sienten las hadas, duendes, y demás espíritus protectores por todos lados, a las hadas se les ve desde el campamento de noche, brillaron cual estrellas esa mágica noche de luna obscura que dormimos bajo el canto de la hermosa cascada, seguimos bordeando quien sabe hacia que dirección, hasta una segunda quebrada que atravesamos y seguimos en línea recta, en una suave y amorosa subida de 10 minutos más hacia la piedra "siete caras".

La vi por primera vez cerca de las 10 am, como por instinto, saco mi inseparable bolsa de tabaco y le ofrendo en las cuatro direcciones a la enorme abuela de 3x3,5m aprox que se dejaba ver por nosotros, los guías, que se diferencian mucho de sus vecinos por sus claros razgos indígenas mientras la mayoría de la población de la zona, es descendientes de africanos, pues este pueblo, fue un quilombo de la época del arribo de la esclavitud africana a Venezuela, donde abundan pruebas arqueológicas, catalogadas y publicadas debidamente, así como también petroglifos y cementerios indígenas, entendí en mi corazón que estaba guiada por los descendientes de los abuelos que dejaron este mensaje, y me siento honrada y agradecida, asumo, que no ha sido descubierta por los académicos, y siento, que muy pocos seres humanos de la era moderna, hemos visto esta belleza viviente, con su idioma de imágenes y agradezco el entrenamiento recibido en la selva con mi abuelo Bolívar, con mi familia Piaroa -Wottuja en su idioma- en la amazonía venezolana, quien este año me ha recibido como aprendiz, como estudiosa del conocimiento con la sagrada medicina del yopo, que habla en imágenes, que debemos aprender a interpretar, mi acelerado corazón dirige mi mirada rápidamente en busca de las señas que soñó mi abuelo Aurelio, el águila y el cóndor danzando al sol... y nada, no veo nada que me ilustre ese mensaje.  Pero la Abuela Siete Caras está cubierta casi totalmente por un fino musgo, tipo helecho, que impide ver claramente los símbolos.  

Así que nos ponemos en la tarea de limpiar del muzgo con las herramientas que cargamos, machetes, cuchillos y las manos, pronto, nos damos cuenta que los cuchillos pueden dañar el petroglifo y le bajamos a la intensidad y le añadimos atención y cuidado, de cuando en cuando me alejaba de ella un poco para verla de lejos, verla bien;  está enclavada en un plan con vegetación poco tupida, más arbustos que árboles de mediano tamaño, nos tardamos cerca de dos horas limpiando.  Vale destacar que nuestra cámara fotográfica se nos cayó el primer día y se dañó, por lo que no tenemos más registros gráficos, que los burdos dibujos que hice en mi libro de cantos sagrados, y llegando acá con solo la Chanupa de mi familia y tabaco, pués dejé toda la parafernalia chamánica y me llevé el instrumento de poder que nos han dado a cuidar mis abuelos, "ÉL instrumento de poder", no necesitaba más, que una libreta de cantos y un bolígrafo, el fuego sagrado del yesquero y mi corazón hinchado de emoción.  

Nemo se sube a la piedra y descubre que está tallada también en la cara superior, la que ve el corazón del cielo, y le paso la libreta para que dibuje lo que ve, pues es bien difícil para mi hacer esa hazaña que hizo mi Nemo, descubrimos de inmediato las caras, en la superior está la primera, y regadas por todos lados las demás, eso es lo primero que reconocemos.  Luego observamos que la cara izquierda, que igual que la superior no tiene 50 cms de ancho, también contiene petroglifos.   Decido hacer por partes el dibujo, notando en general, muchos círculos concéntricos de tres aros, las máscaras y otros elementos, en una yo veo una chanupa, pero tal vez son mis ganas de verla, decido no interpretar nada, y simplemente copiar lo más parecido posible, los dibujos en mi libreta.  

En una hora terminamos el dibujo, y pido a mis guardianes, que me acompañen a rezar por haber llegado allí con la Chanupa de mi familia, y hacemos una sencilla ceremonia donde el canto guió el rezo de tabaco agradeciendo a las cuatro direcciones de la tierra, al corazón del cielo, al corazón de la tierra y al corazón de mis abuelos que soñaron con ese momento, y al corazón de nosotros mismos, y al corazón de nuestros hijos y al corazón de esa hermosa Abuela Siete Caras, para agradecerle, para que nos muestre su secreto, nos enseñe a leerla, a sentirla, a entenderla, para que nos guíe en el camino que nos espera, el siguiente paso, la instrucción...

Regresamos camino de vuelta, a la 1pm, el descenso se hizo en silencio, al llegar de nuevo a la Cascada, la abuela cachueira me da el abrazo más fresco y caluroso que he sentido en mi vida, me siento feliz, siento, que ya terminé mi búsqueda, no estoy segura, pero me siento satisfecha, ya quiero volver a casa.

Llegamos al pueblo a las 3:30pm, me despido de Cheo y Julían, agradeciendo como se debe la prestación de un valioso servicio, con cariño y muchas bendiciones, y caminamos a la posada, ya planeando el regreso a casa, pero antes, calentar mi cuerpo que ya siente de nuevo los puntazos del oído derecho otra vez activándose, justo a tiempo, me baño, me tomo un guarapo de malojillo y orégano orejón del jardín de la posada, me abrigo bien, y me pongo a dibujar en la sala común de la sencilla casa que nos acoge.  Me acompañaba Nemo, y sus nuevos amigos, que se hicieron mis nuevos amigos también, Edgardo, Paty y la bella Roraima, de 8 meses, quienes me recordaban a mis hermanos Cesar, Ana Maria y Aramay, ahora también Arwa, quienes llegaron a través de estos lindos chicos que nos acompañaron todo el camino sin encontrarnos sino hasta ahora, el último día de la expedición, decidimos devolvernos juntos, ya que ellos viven camino a mi casa, y entre charla y charla, armé el primer esbozo de los petroglifos de la piedra Abuela Siete Caras, casi me quedo en el sitio, veo un pajarito... jajajaja, todavía dudaba.

Me despido esa noche de la linda gente que viven frente a la posada, y cuando llego a su casa, doña Sabina, una Sirena del pueblo, lo primero que me pregunta es si encontré la piedra, todos sus hijos, nietos, yernos, todos, entraron tras de mi a escuchar mi última odisea, habían sido escuchas de lo anterior, y se mostraron de verdad interesados en ver los dibujos que mostraba, y seguía viendo cosas nuevas, un barco...

Trato de dormir, de calmar mi mente esa noche, mañana me voy a mi casa, allá dibujaré de nuevo y lo mostraré a mis hermanos y juntos se lo mostraremos a nuestros abuelos para que lo interpreten, solo son unos dibujos, algunos hasta interpretativos, es lo que hay.  

A las 5am del 18 de dic, ya no podía dormir, me levanto y me pongo a revisar el dibujo de nuevo, y noto que me falta dibujar la cara izquierda, cuando lo hago, apareció el águila... Luego el cóndor se dejó ver por mi... Ahora si estoy segura que la encontré.

Ese mismo día me regresé a mi casa, llegamos a las 10pm, y fuí directo a mi compu a escribir esto.

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