Caminando por mi viejo vecindario
Atrapando
mis sueños me veo
caminando en círculos,
recogiendo mis pasos, volviendo al principio, recorro calles de mi
viejo vecindario, con mi carreta llena de chiquillos, paseando mi
futuro, recordando mi pasado.
Asi
me encuentro, aquí y ahora, en la casa de mi niñez,
con dos bebes, aprendiendo la solidaridad en carne propia, bajo la
protección de mi
familia, aguantando la pela de vivir y criar hijos, sin trabajo, en
esta mi Venezuela de hoy en dia.
Camino
al este y me encuentro a la esperanza, nos guian los gritos a lo
lejos, llegamos a un juego de beisbol menor en la cancha de la
comunidad. Los jugadores, niños
bien concentraditos en su partido, ciclo de outs y carreras que
marcan el ritmo de su crecimiento con disciplina, esfuerzo,
inteligencia y la alegría de sus madres que los animan y dirijen su
atención desde las
tribunas. Y pienso, es una buena manera de criar a los muchachos,
practicando un deporte que los guíe con esos buenos valores, bajo la
protección de sus
madres presentes. Siento mucho ahora haberme perdido de tus juegos
hijo mio, no sabia lo que me perdía, estaba dormida, perdóname.
Tiempos
de Warimbas. !Yo no soy warimbero! Dice Chuchú,
cuando jugando los jóvenes
vecinos de mi mamá
jugaban a taparse el rostro antes de salir a protestar a la calle.
Educación urbana para
mis chamos, estar en esta revuelta civil, protestando contra un
gobierno que le quito la libertad y la alegría a mi pueblo.
Camino
hacia el norte y me encuentro una escena de que conmueve, un grupo de
hermanos arboles caidos, sacrificados en acción,
sirviendo de ofrenda para impedir el tránsito
en las calles, y recuerdo al Bosque de Chapultepec, ofrendado en el
67 en México, al
tiempo del sacrificio de 400 estudiantes en el Xócalo
en tiempos de Regina Kuatemoc. ?Cuántos
jóvenes han de
sacrificarse en venezuela para que despertemos?, no llevo la cuenta,
pero aún falta.
Si
algo rezo para mi pueblo ahora, es que Despertemos. Debe despertarse
la conciencia de los que gobiernan, de los que se oponen, de los que
protestan activamente y los que lo hacemos en nuestras casas.
Nuestros jóvenes se
ofrendan para que haya un despertar de la conciencia humana en
Venezuela, América y
todo el planeta.
Llego
al Norte, tierra encantada, parque urbano lleno de aditas y
duendecitos que se divierten en el subir y bajar de sus estructuras
mentales, se atreven, se acobardan, se miran a los ojos, no temen
tocarse mutuamente. Aprendiendo el juego de estar vivos.
Camino
hacia el sur, y nos sumergimos en el silencio de un pueblo que
espera, las calles desiertas, tristeza, rumbo a casa.
Enfilo
al oeste y vuelvo a mi origen, dejando en el camino lo que vi y lo
que me perdí, a
comenzar el nuevo ciclo de vida cotidiana.
Duérmete
mi niño, que tengo que
hacer, lavar los pañales
y hacer de comer… Marilove., 05 Junio 2017.
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